Artículos BID: Los costos educativos de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe

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BID: Los costos educativos de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe

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BID: Los costos educativos de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe

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LOS COSTOS EDUCATIVOS DE LA CRISIS SANITARIA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

 

SERIE "HABLEMOS DE POLÍTICA EDUCATIVA"
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Por Acevedo, Ivonne; Castro, Eleno; Fernández-Coto, Raquel; Flores, Iván; Pérez Alfaro, Marcelo; Székely, Miguel & Zoido, Pablo

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  1. Puntos clave

  2. Introducción

  3. ¿Cómo mitigar los efectos de la crisis en la educación?

  4. Conclusión o discusión

  5. Notas y referencias

 

INTRODUCCIÓN

La pandemia del COVID-19 ha tenido repercusiones importantes en los sistemas educativos de América Latina y el Caribe (ALC). En marzo del 2020, las medidas para la prevención de la propagación del COVID-19 obligaron a los países de la región a cerrar las puertas de sus centros educativos, forzando a más de 165 millones de estudiantes en 25 naciones, a abandonar las aulas, desde los niveles preescolar a superior. Así, un grupo de estudiantes debió continuar sus estudios desde casa y otro no ha tenido mayor posibilidad de hacerlo, debido a problemas de conectividad a internet o falta de recursos en el hogar (Álvarez Marinelli et al., 2020) [1].

A octubre de 2020, la mayoría de los países en ALC permanecen con sus escuelas cerradas. Hay algunas experiencias de reapertura en la región, como es el caso de Uruguay, que comenzó a reanudar la educación presencial en zonas rurales en abril y concluyó con la reapertura de todos sus centros educativos a fines de junio. Se destacan también algunas experiencias en zonas rurales, como en la provincia de Jujuy en Argentina, en la Isla de Pascua y en algunas otras zonas en Chile, y próximamente en algunas zonas de Perú y Ecuador. En términos generales, sin embargo, pese a que los países están tomando medidas de transición para reabrir sus escuelas de manera gradual y evaluando la situación constantemente en conjunto con las autoridades sanitarias, aún existe incertidumbre con respecto a las fechas de reapertura generalizada.

Uno de los retos más importantes enfrentados por los sistemas educativos en el marco del cierre de las escuelas ha sido el de dar continuidad educativa a sus estudiantes, en particular a los más vulnerables. Por una parte, los países de ALC presentan grandes desafíos en cuanto al acceso de los hogares vulnerables a herramientas tecnológicas. Prueba de ello es que, por ejemplo, de acuerdo con las encuestas de hogares, en la región tan solo el 16% de hogares más pobres cuenta con una computadora en casa y el 23% tiene acceso a internet. En comparación, el 68% de los hogares ricos cuenta con una computadora en casa y un 74% tiene acceso al internet.

Por otra parte, los hogares vulnerables se ven afectados por condiciones estructurales que complejizan la probabilidad de lograr la continuidad educativa durante la pandemia. Estos hogares son los que tienen un mayor número de carencias en cuanto a características familiares y de entorno del hogar. En primer lugar, los padres de familia -de quienes se espera que jueguen el papel de facilitadores del aprendizaje de sus hijos- pueden no tener las habilidades necesarias para apoyarlos en su proceso educativo. En segundo lugar, los hogares más vulnerables tienden a tener un mayor grado de hacinamiento, lo cual se vuelve relevante en el sentido de que los diferentes miembros del hogar cuentan con acceso restringido a la conectividad y dispositivos (en caso de que los haya) para fines educativos. Antes de la crisis, existían aproximadamente 6 millones de alumnos y alumnas en situación de alto riesgo por pertenecer a hogares que no contaban con computadoras, internet, ni televisores, que tenían más de 3 integrantes en edad escolar, y cuyo jefe/a del hogar contaba con un nivel educativo máximo de primaria completa. De ellos, 70% pertenecen a la clase pobre y 25% a la clase media vulnerable [2].

¿Cuál será el efecto de la crisis sanitaria en la excusión educativa?

Como resultado de estas carencias, desde antes de la crisis, los sistemas educativos en ALC ya se caracterizaban por una alta exclusión educativa [3], particularmente entre las poblaciones más vulnerables y a nivel de educación secundaria. Las encuestas de hogares muestran que aproximadamente 7.7 millones de niños y jóvenes en edad escolar (6-17 años) en la región no asistían a la escuela antes de la crisis sanitaria. La exclusión educativa es particularmente preocupante a nivel de educación secundaria, puesto que, en promedio, el 18% de los jóvenes entre los 15 y 17 años en la región no asiste a la escuela y puesto que la diferencia en la tasa de asistencia entre los pobres y los ricos es de casi 17 puntos porcentuales. En países como El Salvador, Guatemala y Honduras, las tasas llegan a números alarmantes: el 48%, 53% y 57% de los jóvenes entre los 15 y 17 años, respectivamente, está fuera del sistema educativo.

 

 

Por otra parte, estos altos niveles de exclusión educativa han resultado en un gran porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan de forma remunerada. En la región aproximadamente el 25% de jóvenes de 18 a 23 años, equivalente a 13 millones, se encuentra en esta categoría, situación que afecta más a los países de Mesoamérica [4], donde la brecha de género es 8 puntos porcentuales mayor que en el resto de América Latina y el Caribe (25pts vs 17pts).

El estudio “Los costos educativos de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe”, del Banco Interamericano de Desarrollo y del Centro de Estudios Educativos y Sociales y que se resume en esta nota educativa, concluye que la crisis del COVID-19 parece estar exacerbando estas brechas ya existentes. Esto se produce a partir de dos canales de transmisión: el académico, debido al cierre de las escuelas; y el económico, debido a los impactos de la crisis en la economía familiar. El canal de transmisión académico tiene que ver con los costos producidos por el cambio de modalidad de la oferta educativa, de un modelo presencial a uno a distancia y se da por, al menos, tres vías. La primera tiene que ver con las desigualdades en la oferta educativa, y en particular, con las características de las escuelas, de los modelos de aprendizaje y de la capacidad de los sistemas educativos para transformarse hacia la modalidad no presencial. La segunda vía está relacionada con las diferencias en las condiciones de aprendizaje en los hogares documentadas anteriormente. La tercera vía son las diferencias en las capacidades de distintos alumnos y alumnas para adaptarse a un modelo no-presencial, independientemente de la oferta educativa y entorno del hogar al que estén expuestos.

El canal de transmisión económico tiene que ver con los costos que resultan de las reducciones en el nivel de empleo e ingresos de los hogares como consecuencia de la pandemia. La pandemia está generando una contracción considerable en las actividades productivas de los países de ALC. Según estimaciones de diversas agencias internacionales, se espera que dicha contracción tenga un efecto de caída del Producto Interno Bruto (PIB) en la región de entre el 7% y 9%, lo cual se manifestará en menores niveles de ingreso de los hogares y empleo. Estos cambios, a su vez, tendrán impactos sobre la asistencia escolar por, al menos, dos vías. La primera es que puede implicar que los costos asociados a la educación de los niños, niñas y jóvenes sean demasiado altos para las familias. La segunda es que puede volverse necesario que algunos de los miembros del hogar que estaban estudiando ingresen a la actividad laboral para mitigar el efecto económico sobre las familias.

En particular, el estudio “Los costos educativos de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe” concluye que, a través de estos dos canales, la crisis podría resultar en un aumento de, al menos, un 15% en el número de jóvenes entre 6 y 17 años que dejará de ir a la escuela, lo que equivale a más de 1.2 millones de niños y jóvenes adicionales en edad escolar que serían excluidos de sus sistemas educativos. El canal de transmisión que tiene una mayor influencia en este aumento es el académico, representando un incremento del 8.5% en el número de estudiantes que no asistirán a la escuela después de la crisis, lo que equivale a 611,000 estudiantes. Se estima que Argentina y Chile sean los países más afectados. El canal económico, a su vez, aumentará la inasistencia de niños y jóvenes en un 8.1%, lo que equivale a 582,000 estudiantes, siendo los países más afectados Panamá, México y Costa Rica, en donde la exclusión educativa aumentará 19%, 16% y 13% respectivamente.

 

 

¿Quiénes serán los más afectados por la exclusión educativa?

El aumento de la exclusión educativa como consecuencia de la pandemia tendrá un mayor impacto en las familias más vulnerables y exacerbará las brechas educativas y sociales prexistentes. La gran mayoría de estos niños y jóvenes (977,000) pertenecen a las familias que viven en la pobreza (38%) y de clase media vulnerable (44%). En términos relativos, la clase media emergente de la última década (que había logrado reducir significativamente su inasistencia escolar) será uno de los grupos que más sufra el impacto negativo de la crisis. Por edades, el aumento más importante en términos absolutos tendrá lugar entre los jóvenes en edad de cursar la secundaria. Se estima que, al menos, 811 mil jóvenes entre los 15 y 17 años, 280 mil jóvenes en las edades de 12 a 14 años; y 100 mil niños y niñas entre los 6 y 11 años dejarán de asistir a la escuela. En términos relativos, sin embargo, cabe destacar que el aumento de la inasistencia con respecto a los niveles pre-pandemia será mayor entre los jóvenes de 15 a 17 años (17%).

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Para poner en perspectiva el efecto de la crisis del COVID-19 en la exclusión educativa en ALC de acuerdo con estos resultados, es útil referirse a un análisis de las tendencias en la educación previo a la crisis. Por ejemplo, según los datos de CIMA-BID (2018), en promedio, el 24% de jóvenes entre 15 y 17 años no asistía a la escuela alrededor del año 2010, mientras que esta proporción cayó al 19% en 2018, el año pre-COVID-19 más reciente para el que se cuenta con información. La reducción de 5 puntos porcentuales entre 2010 y 2018 implicó una reducción de la exclusión educativa de casi 1.5 millones de jóvenes en la región. De mantenerse esta tendencia para 2020 (es decir, de una caída adicional de 0.5% anual), se esperaría una tasa de inasistencia de un 18%, equivalente a 1.7 millones de jóvenes menos fuera del sistema educativo, comparado al total de jóvenes que no asistía en el 2010. Sin embargo, de acuerdo con las estimaciones presentadas, la pandemia revertirá el 67% de lo ganado. En lugar de una tasa esperada de exclusión educativa del 18% para este grupo de edad en 2020, se estima que el porcentaje de exclusión será de 22% en promedio. Es decir, casi una década pérdida.

 

 

¿Cómo afectará la crisis la capacidad de los jóvenes para conseguir trabajo y sus salarios futuros?

Además de la exclusión educativa, la pandemia también tendrá consecuencias importantes en la capacidad de los jóvenes para encontrar trabajo, dada la desaceleración económica que se avecina y, por ende, en el número de jóvenes que no estudian ni trabajan de forma remunerada. Según las estimaciones de este estudio, aproximadamente 2.7 millones de jóvenes adicionales entre 18 y 23 años no encontrarán trabajo debido a la crisis, aumentando en 21% el número de jóvenes que ni estudian ni trabajan. De estos, el 56% es mujer y el 44% es hombre. Dentro de los países más afectados se encuentran Bolivia, Perú, Ecuador y Chile, con aumentos del 52%, 51%, 42% y 41%, debido a la crisis. Para los países que ya contaban con un número alto de jóvenes que no estudian ni trabajan, como Honduras, Guatemala y El Salvador el incremento es del 7%, 14% y 16% respectivamente. Finalmente, el país que se vería menos afectado en ALC es Uruguay, con un incremento porcentual del 4%. El aumento en el número de jóvenes en este grupo puede, además, tener efectos a futuro sobre su ingreso y su tasa de ocupación (lo que se conoce en la literatura como “efectos cicatriz”). El estudio encuentra que los jóvenes que no estudiarán ni trabajarán a raíz de la crisis perderán aproximadamente el 6.1% de su salario en los próximos 20 años. El efecto será más grave para los hombres, con una pérdida de 8.7%, frente a un 3.4% en las mujeres.

 

 

 

PUNTOS CLAVE

  • Al menos, 1,2 millones de niños y jóvenes podrían quedar excluidos de sus sistemas educativos en América Latina y el Caribe, debido a las consecuencias de la pandemia, sumándose así a los 7,7 millones que ya no asistían de forma regular a la escuela. La crisis aumentará las desigualdades ya que gran mayoría de los que saldrán de la escuela provienen de familias pobres (38%) y de clase media vulnerable (44%). Este aumento en la exclusión educativa revertirá algunos de los más importantes logros educativos de la última década.
  • Por otro lado, la crisis económica y educativa sumará a 2.7 millones de jóvenes entre 18 y 23 años a los 12,9 millones que ya estaban excluidos del sistema educativo y fuera del mercado laboral antes de la pandemia, un aumento del 21%.
  • ¿Qué alternativas de política existen entonces para mitigar estos altos costos de la pandemia en la educación? Para amortiguar los costos académicos, se hace necesario combinar una reapertura gradual y segura de las escuelas (con condiciones sanitarias adecuadas y programas de nivelación de aprendizajes) con esfuerzos que ayuden a sentar las bases para modelos de educación híbrida [5] (que incluyan los pilares de nuevas pedagogías, mejoras en la conectividad y el equipamiento, plataformas digitales con contenidos de calidad, y mejores datos e información para el seguimiento de estudiantes). Con respecto a los costos económicos, resulta crítico seguir comunicando sobre los retornos a la educación, reforzar las ayudas e incentivos monetarios y no-monetarios para estudiantes y familias, y fortalecer la calidad y pertinencia de la educación secundaria (en particular la técnico-vocacional).

 

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REFERENCIAS:
[1] CIMA  es  accesible  en https://cima.iadb.org/ Ver  también la   publicación   del   BID   “La   educación   en   tiempos   del coronavirus”  accesible  en https://publications.iadb.org/

[2] Para    la    clasificación    de    la    población    según    nivel socioeconómico  se utilizan  las  siguientes  definiciones  del Sociómetro del BID: la clase pobre tiene un ingreso menor a  US$5;  la  clase  media  vulnerable  un  ingreso  de  US$5  a US$12.4 y la clase media consolidada un ingreso per cápita diario de US$12.4 a US$ 62 (en PPA de 2011). Para estimar la  línea de  pobreza  de  US$  5  dólares  diarios  se  multiplica este  valor  por  30.4168  para  obtener  una  línea  de  pobreza mensual y luego se convierte a moneda local utilizando el ajuste  por  PPP  según  los  datos  del  WDI,  y  se  actualiza  el valor  utilizando  el  IPC  nacional  del  año  de  la  encuesta.  La muestra de los hogares ricos es muy pequeña por lo que no se muestran los resultados.

[3] Para fines de esta nota, los autores se refieren a “exclusión educativa” a los efectos de la crisis en la tasa de asistencia (o inasistencia) escolar

[4] Los países de Mesoamérica incluyen, en orden alfabético, Belice, Colombia,   Costa   Rica,   El   Salvador,   Guatemala, Honduras,    México,    Nicaragua,    Panamá    y    República Dominicana.

[5] Hablemos de política educativa en América Latina y el Caribe #2: De la educación a distancia a la híbrida: 4 elementos clave para hacerla realidad

CRÉDITOS:
Esta es una reseña del documento original “Hablemos de política educativa en América Latina y el Caribe #3: Los costos educativos de la crisis sanitaria en América Latina y el Caribe” escrito por Acevedo, Ivonne; Castro, Eleno; Fernández-Coto, Raquel; Flores, Iván; Pérez Alfaro, Marcelo; Székely, Miguel & Zoido, Pablo y publicado por el BID. Copyright © 2020 Banco Interamericano de Desarrollo. Esta obra se encuentra sujeta a una licencia Creative Commons IGO 3.0 Reconocimiento-NoComercial-SinObrasDerivadas (CC-IGO 3.0 BY-NC-ND) y puede ser reproducida para cualquier uso no-comercial otorgando el reconocimiento respectivo al BID. No se permiten obras derivadas. Cualquier disputa relacionada con el uso de las obras del BID que no pueda resolverse amistosamente se someterá a arbitraje de conformidad con las reglas de la CNUDMI (UNCITRAL). El uso del nombre del BID para cualquier fin distinto al reconocimiento respectivo y el uso del logotipo del BID, no están autorizados por esta licencia CC-IGO y requieren de un acuerdo de licencia adicional. Note que el enlace URL incluye términos y condiciones adicionales de esta licencia. Las opiniones expresadas en esta publicación son de los autores y no necesariamente reflejan el punto de vista del Banco Interamericano de Desarrollo, de su Directorio Ejecutivo ni de los países que representa.

Publicación de este documento en EDUTEKA: Febrero 2 de 2021.
Última actualización de este documento: Febrero 2 de 2021.

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