logo eduetka

WebQuest Ciencias Naturales Biología La Ciencia En El Bicentenario

La Ciencia En El Bicentenario

Publicado el 31 Mayo de 2010

Autor: Julian Plazas Rojas

Introducción

HOLA COMPAÑEROS EN ESTA WEBQUEST ENCONTRARAS LA EVOLUCION DE LA CIENCIA EN EL BICENTENARIO

Ficha técnica

Área:Ciencias Naturales

Asignatura:Biología

Edad: No hay restriccion de edad

Herramientas:


Notice: Undefined index: in /home/edutek/www/proyectos/gp/webquest/ver.php on line 148

logo IDEA

Crear proyectos de clase utilizando inteligencia artificial dando clic aquí

Tarea

La Ciencia
 

     
 
En 200 años, muchos cerebros e instituciones han hecho progresar la ciencia en Colombia. La mayoría son conocidos, pero en la sombra siempre han existido ilustres desconocidos.

   
     
 
 
     
 
Parque Explora de Medellín

A finales de marzo de 1801, una carabela de científicos que viajaba entre La Habana y Panamá quedó atrapada en medio de una tormenta tropical que la arrinconó contra el horizonte. La furia de las olas estuvo a punto de mandarla a descansar entre los sábalos y las mojarras del Caribe, pero la suerte le brindó una tabla de salvación: medio desbaratada, la nave flotó empujada hacia la bahía de Cispatá, en el golfo de Morrosquillo, donde sus salpicados pasajeros encontraron la correspondiente calma después de la terrible tempestad.

Uno de los más empapados viajeros era el barón Alexander von Humboltd, que por primera vez pisó la arena de aquel territorio que no parecía respetar a la ciencia. Pero el investigador alemán tomó una sabia decisión: aprovechar el designio de los dioses del mar para aventurarse en aquel nuevo país con la misma fascinación con la que un día se obsesionó por una estrella.

Su expedición por Colombia le abrió, años después, el camino de la ciencia a la nueva nación independiente. Y aunque él regresó a su patria con treinta y cinco cajones cargados de tesoros botánicos, astronómicos y geológicos, aquella visita inesperada –que duró cinco años y se extendió por todo el continente– marcó el inicio de la historia científica nacional. En una carta del 22 de agosto de 1822 dirigida a Boussingault, continuador de su obra en la Nueva Granada, le escribió: “Sólo la muerte podía cambiar mis proyectos. Tengo 52 años y el espíritu muy joven todavía. Sigo empeñado en mi resolución de dejar Europa y vivir bajo los trópicos de la América española donde he dejado tantos recuerdos y cuyas instituciones están en armonía con mis deseos”.

Humboldt murió en Prusia sin poder regresar, pero muchos de sus compañeros de aventura se convirtieron en los héroes de la ciencia colombiana. El principal de ellos fue Francisco José de Caldas a quien el escritor Jairo Aníbal Niño –autor de una divertida biografía del sabio– bautizó el “inventor de lunas”. Caldas fue no sólo un observador minucioso de estrellas, plantas, pájaros, montañas y lluvias, sino también el ayudante más valioso de José Celestino Mutis, “el sabio de la vacuna”.

Mutis se distinguió por su ingente labor en la Expedición Botánica que promovió el rey Carlos IV en la Nueva Granada y que se constituyó en la mayor obra científica de la época. Pero el sacerdote y médico español, que murió en Santa Fe de Bogotá el 11 de septiembre de 1808, fue además el promotor de numerosas campañas de vacunación contra la viruela que estaba acabando con la población. La sola empresa de traer la vacuna a través de niños portadores –ingeniosa idea suya– fue una epopeya que hoy muy poco se conoce.

Pero quizás al que más le deben honores la ciencia y la independencia criolla es al italiano Agustín Codazzi, un realizador de planos que según la artista Beatriz Caballero –autora de una de sus biografías–, sabía como nadie que los mapas podían dibujarse con las plantas de los pies del caminante. No era un científico cualquiera: en 1818 se unió a las tropas independentistas granadinas de Louis Aury, y aterrizó en Colombia en el día en que el prócer lo envió en una misión a Santa Fe de Bogotá que partió de la isla de Providencia. Codazzi entró por el golfo de Urabá, remontó el río Atrato, pasó por el canal de la Raspadura, descendió por el San Juan, llegó a Buenaventura, viajó al Valle del Cauca, luego al Quindío y al valle del Magdalena, ascendió a la planicie y arribó a la capital. En su segunda visita se encontró con Simón Bolívar a quien asesoró en cuestiones militares pero a quien también dejó un completo documento de flora, fauna y paisajes nacionales, así como del clima, las gentes y la vida cotidiana. Y una propuesta que a muchos les sonó como hecha por Ciro Peraloca: unir los ríos Atrato y San Juan mediante un canal.

Las necesidades de la nueva República condujeron a que en 1884 el Gobierno colombiano intentara resolver el enigma de una serie de extrañas malformaciones en los intestinos de las reses que se sacrificaban en Bogotá, invitando a un especialista francés: el joven científico Claude Véricel, quien al igual que sus otros colegas quedó atrapado por el olor de la guayaba. Luego de establecerse en Colombia organizó la Escuela Veterinaria, que fue cerrada por causa de la Guerra de los Mil Días. Pero su trabajo no sólo le abrió el camino a la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia sino que igualmente sirvió para aprender a saber más de las enfermedades tropicales que afectan a los animales e inciden en el hombre. Hasta el final de su vida lo vieron dictar clases acompañado de su perro Paysan.

Muchos científicos criollos siguieron el ejemplo de estos maestros de la erudición. Uno de ellos fue Julio Garavito, nacido en 1865 y quien es quizá el personaje más manipulado en esta crisis económica: es el rostro que está en el dorso de los billetes de 20.000 pesos. Garavito fue ingeniero, matemático, geómetra, astrónomo consumado y economista, y en sólo 55 años de vida dejó un legado que la ciencia colombiana apenas si empieza a agradecer. Era un investigador al que le gustaba mirar cometas y desvestir estrellas las del firmamento– y despejar los misterios insondables de la mecánica celeste. También resolvía problemas de física matemática como quien se gasta un billete de 20.000, y en un dos por tres demostraba por ejemplo que así como existían tres geometrías planas, había otras mecánicas no newtonianas. Y hay un homenaje mucho más poético que el de los billetes: el nombre de Julio Garavito sirvió para bautizar uno de los cráteres de la Luna.

En estos doscientos años, la ciencia latina caminó de la mano de muchos investigadores. El cubano Francisco Javier Cisneros fue por ejemplo el hombre que con rieles comunicó las comarcas: creó la era ferroviaria de Colombia con la construcción de varios ferrocarriles, y realizó quizás el mejor diagnóstico sobre la economía antioqueña en la segunda mitad del siglo XIX, publicado luego en Nueva York en 1880 en edición bilingüe con el título Memoria sobre la construcción de un ferrocarril de Puerto Berrío a Barbosa. Cisneros también construyó el muelle de Puerto Colombia y el tranvía de Barranquilla y mejoró la navegación en el Bajo Magdalena.

No pueden dejar de mencionarse otros nombres pertenecientes a la galería de la ciencia nacional. Lino de Pombo, el sabio de las siete esferas, estudió matemáticas, artillería, fortificación, ataque y defensa de plazas y fue uno de los que resistieron el ataque de Pablo Morillo a la ciudad amurallada de Cartagena. Experto en artillería y arte militar, dejó muchos libros de aritmética, álgebra, geometría analítica e historia romana. También está Manuel Ancízar, un periodista y científico bogotano miembro de la Comisión Corográfica encargada de realizar un profundo estudio de geografía, cartografía, recursos naturales, historia natural, cultura y economía del país. Durante su participación en la Comisión, sus temas de interés fueron diversos: vestido, costumbres, música, culturas típicas regionales, recursos naturales, cultivos, paisajes, instrucción política y relación de las personas con la Iglesia.

Y Ezequiel Uricoechea, el niño que quería saberlo todo, genio que aprendió a leer a los cuatro años, fue bachiller a los quince, médico de Yale University a los 19 y químico de la Universidad de Gotinga a los 22, y que como ninguno otro abrió caminos para la ciencia en Colombia. Estudió desde la quina, la mineralogía, la cartografía, la numismática, la lingüística, el arte colonial y los vestigios precolombinos, hasta el conocimiento de la lengua árabe.

Y Federico Lleras Acosta, el sabio que libró una guerra contra lo invisible: realizó un estudio bacteriológico de las aguas de Bogotá; estudió la malaria bovina y la presencia del bacilo de Koch en la orina, combatió una plaga de langostas que afectaba los principales centros agrícolas del país, y publicó artículos sobre el diagnóstico bacteriológico de la peste, los nuevos métodos para el tratamiento de la fiebre puerperal, el
tratamiento del tabes por el suero salvarsanizado, una epidemia de enterocolitis que se presentó entre los niños en Bogotá, y el tratamiento de la sífilis del sistema nervioso central. En la mayoría de los casos preparó vacunas para combatir esas enfermedades.

En el siglo XX los héroes de la ciencia fueron más conocidos aunque tuvieron que sortear las guerras intestinas y las crisis institucionales que retrasaron el progreso. Los de hoy, los del nuevo milenio, tienen un mayor reconocimiento. Un hito lo marcó el neurólogo Salomón Hakim, descubridor del síndrome de Hakime inventor de la válvula de Hakim que controla la hidrocefalia. Otros son Rodolfo Llinás, el colombiano que más sabe del cerebro humano y que es figura internacional en esta materia como profesor de la Universidad de Nueva York, y Manuel Elkin Patarroyo, creador de la vacuna sintética contra la malaria, y Jorge Reynolds, pionero mundial del marcapasos artificial, del estudio del corazón de las ballenas para aplicación humana (con todo y concierto amplificado de los cetáceos de Gorgona) y de investigaciones en submarinismo y miembro de numerosas sociedades científicas nacionales e internacionales, y Nubia Muñoz, residente en Francia y candidatizada por la Asociación Internacional de Epidemiología al Premio Nobel de Medicina 2008 por sus investigaciones que establecieron la conexión entre el virus del papiloma humano y el cáncer cervical, y Myriam Jimeno, la científica social que ganó el Premio Alejandro Ángel Escobar a la mejor investigación en ciencias sociales, y Jorge Eduardo Botero, el ornitólogo enamorado de las aves colombianas, y Luis Benigno Gutiérrez Zea, investigador que desarrolla nuevos prototipos de vehículos no tripulados, y Edgard Cobo, el galeno que acuñó una frase histórica: “El médico que no sabe sino medicina, ni medicina sabe”.

Está también Whady Felipe Flórez, con un doctorado en simulación numérica en el área de mecánica computacional, que ha aplicado a las áreas de energética y fluidos en el Instituto de Energía y Termodinámica, y Roberto Pineda Camacho, el hombre que más sabe de las comunidades indígenas y de la historia de la Amazonia… Y el doctor Samuel Roldán Restrepo, que dirige el Grupo de Investigación en Bioingeniería formado por profesores de la Universidad CES y de la Universidad Eafit, y que como buen odontólogo pero más aun como buen científico suele dejar a todos con la boca abierta.

El campo de la medicina es quizás el de mayor progreso de Colombia y de reconocimiento internacional en nuestros días. Importantes profesionales e instituciones médicas de Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Bucaramanga y otras ciudades se han convertido en punto de referencia para tratamientos e intervenciones quirúrgicas de colombianos y extranjeros, en disciplinas como cirugía estética, trasplantes, cardiología, odontología, enfermedades tropicales y hasta injertos. Y en departamentos como el Meta se está extendiendo la telemedicina, avance tecnológico que permite ejercer una especie de medicina social a distancia y cubrir así los más recónditos lugares geográficos.

La tradición científica iniciada en la Colonia y continuada en la República no se ha perdido: a pesar de mil vicisitudes cobra ímpetu doscientos años después del incidente del florero de Llorente.
 
 
   


Procesos

Mide tu tiempo de reacción

Material necesario

  • Una regla de unos 50 cm

 Procedimiento

 

 

  • Pide a un amigo que sostenga una regla tal como se indica en la figura y que la deje caer sin avisarte.
  • Sitúa tus dedos sobre el cero y cuando veas que la suelta, cierra los dedos sobre ella.
  • Anota la distancia que ha caído la regla. Vendrá indicada por la división que se encuentre debajo de tus dedos.
  • Repítelo varias veces hasta que obtengas valores similares :






¿Flota o se hunde?

 


Material necesario
  • 3 vasos grandes
  • un huevo
  • agua
  • sal

Procedimiento

  • Llena dos vasos con agua
  • Añádele a uno de ellos sal poco a poco. Revolviendo con una cuchara, trata de disolver la mayor cantidad posible. En un vaso de 200 cm3 se pueden disolver unos 70 g de sal.
  • Coloca el huevo en el vaso que tiene solo agua : se irá al fondo.
  • Colócalo ahora en el vaso en el que has disuelto la sal : observarás como queda flotando.
  • Pon el huevo y agua hasta que lo cubra y un poco más, en el tercer vaso. Añade agua con sal, de la que ya tienes, hasta que consigas que el huevo quede entre dos aguas (ni flota ni se hunde).
  • Si añades en este momento un poco de agua, observarás que se hunde. Si a continuación añades un poco del agua salada, lo verás flotar de nuevo. Si vuelves añadir agua, otra vez se hundirá y así sucesivamente.
 

Explicación

    Sobre el huevo actúan dos fuerzas, su peso (la fuerza con que lo atrae la Tierra) y el empuje (la fuerza que hace hacia arriba el agua).

    Si el peso es mayor que el empuje, el huevo se hunde. En caso contrario flota y si son iguales, queda entre dos aguas.

    El empuje que sufre un cuerpo en un líquido, depende de tres factores :

  • La densidad del líquido
  • El volumen del cuerpo que se encuentra sumergido
  • La gravedad
  • Al añadir sal al agua, conseguimos un líquido mas denso que el agua pura, lo que hace que el empuje que sufre el huevo sea mayor y supere el peso del huevo : el huevo flota.

    Así también se puede explicar el hecho de que sea más fácil flotar en el agua del mar que en el agua de ríos y piscinas.


Recursos

REVISTA DINERS


EXPERIMENTOS PARA NIÑOS



   
 
 
     
 

La Plaza de Bolivar en la decada de 1920


Evaluación

CUAL CRES QUE ES EL INVENTO MAS IMPORTANTE EN LA ACTUALIDAD


QUE ES LO QUE MAS TE LLAMO LA ATENCION EN ESTA WEBQUEST


QUIEN FUE AGUSTIN CODAZZI

Notas

.

Creditos

Proyecto Creado Por Julian Plazas Rojas - Utilizando A Eduteka.org

Revista Diners

Responsive image

*Nota: toda la información que aparece en los Proyectos de Clase y WebQuest del portal educativo Eduteka es creada por los usuarios del portal.

Ficha técnica

Área:Ciencias Naturales

Asignatura:Biología

Edad: No hay restriccion de edad

Herramientas:


Notice: Undefined index: in /home/edutek/www/proyectos/gp/webquest/ver.php on line 342

logo IDEA

Crear proyectos de clase utilizando inteligencia artificial dando clic aquí